La muñeca Barbie aparece a principios de la década de los años 60’s del siglo pasado, inspirando a las niñas a jugar a ser doctoras, licenciadas o ejecutivas, a vestir elegante, a tener una casa propia y a reunirse con sus amigas a elección.
Esa figurita rígida de plástico, se convirtió en un símbolo de aquellas niñas y después mujeres de la clase media que aspiran a roles diferentes en la vida a ser solo madres, esposas o amas de casa.
La mercadotecnia de mediados del siglo pasado tuvo la habilidad de reconocer un deseo interno del sexo femenino y convertirlo en un negocio de millones de dólares con la venta de “accesorios”, entre ellos Ken compañero de Barbie, la pareja masculina en el mundo de Barbie también es un accesorio, es que un compañero es necesario en reuniones, bailes y fiestas, pero no en el dia a dia de doctoras, deportistas, empresarias o politicas.
Otro elemento a considerar, es la manera en que las niñas pequeñas interactúan con el juguete, ahí la imaginación construye historias donde la misma muñeca adopta distintos roles, a veces como heroína, a veces como malvada, ambos personajes no pueden ser iguales, las malas deben tener otro aspecto, eso dio origen a las “raritas”, muñecas con pelo cortado, pintadas o con ropa desgarrada, pero que pertenecen al universo de Barbie.
La estética de la película “Barbie” nos recuerda en cada escena los elementos que dan “identidad al producto”, el color rosa presente en muchas escenas y varios elementos gráficos de las cajas de producto de Barbie y sus accesorios están presentes, esta mercadotecnia de la “nostalgia’ prepara al público para un relanzamiento de un producto que continúa siendo joven a sus 64 años de existencia en el mercado.
